"California Mud" de Salt Lick es un mísero intento de replicar el sonido adormecedor, sobrevalorado y clónico que pulula en la escena indie actual. Una oda a la banalidad y al hastío melodramático que, para nuestra desgracia auditiva, parece ser el norte de esta generación de artistas aburridos y en constante bucle emocional. Ya desde el inicio nos martiriza la adolescente lenta que parece tener como guía creativo exclusivamente el "a mí me gusta lo que hace Bon Iver, pero si pudieramos mezclarlo con Mac DeMarco sería más chévere" de una reunión de proyectoplásticos, donde la originalidad languidece bajo las faldas y remeras rotas de toda esa tropa de niños y niñas mimados, vírgenes de criterio y orgullosos explotadores de la música, pero inevitablemente en perpetua supervivencia al sonido como madre castradora presente, agentes adscritos a algún maltrato serial a los amantes de las armonías prohibidas. Uno lo escucha desdentado, a la espera de algo que nunca llegará, el país corre más riesgo que nunca en esa aventura sin retorno del desnarigamiento con intríngulis.