"War Pigs" de Black Sabbath, una de esas joyas que surgieron antes de que la industria musical se convirtiera en un concurso de quién hace el 'postureo' más descarado. Ozzy Osbourne chillando como un gato atropellado y unas guitarras tan sucias que deberían venir con advertencias de higiene sonora. Por supuesto, tenemos que soportar sermones sobre lo malvados que son los políticos, como si Black Sabbath descubriera la pólvora del activismo, unos añitos después de Dylan y toda esa pandilla de pseudo-inteligentes cantautores de los 60. Tony Iommi rasgueando riffs pesados que, honestamente, sólo fascinan a aquellos que tienen más mono de música dura que criterio musical, y la batería de Bill Ward ahogando cualquier atisbo de sutileza que se atreviera a asomar la patita. Vamos, que si crees que "War Pigs" es el epítome del rock comprometido, igual deberías salir más del grupo de Facebook de "Nostalgia Heavy Metal" y explorar algo distinto. Intenta con esos que se pasan llamando arte a cualquier ritmillo insustancial, en lugar de seguir glorificando hachas y predicadores de baratillo. ¿Laughing Witches? Más bien yawning audiences.