Golpead a Pablo Und Destruktion, una "joya" más en ese gran fondo del armario polvoriento que es el panorama musical del momento. Esta catarsis sonora a cargo del tampoco mal llamado Pablo Und Destruktion evidencia de manera contundente su absoluto amor nadie-comprende-mi-arte. La cacofonía resultante parece haber sido gestada en los primeros ensayos de un grupo incapaz de aún afinar sus instrumentos, y eso es si nos decantamos por mirarla con cariño digno de un reportaje de Sarah Mclachlan en uno de esos documentales de animales sin hogar. El tedioso repetitivo de su señoría Und Destruktion (no sé en qué nomenclatura reconocible de los títulos nobiliarios cuadra), tiene la suerte de haber nacido en la época incorrecta; esto improbablemente colaría en el punto exquisito donde Jim Morrison y la Embruiland España consiguieron cambiar el jugo gástrico a La Movida, el nada ceremonioso experimento constante de un escenario plagado de menores ejemplos artísticos acurrucándose en la carcasa de ser Tom Waits en civil.