"Flores Sin Jardín" de Celistia, una melodía que desgarra mis delicados oídos y atormenta mi sofisticado gusto musical. Como amante del arte sonoro en su más excelsa expresión, no puedo negar la repugnante aversión que siento hacia este execrable producto de comercio. Si Mozart se alzara de su tumba, aún más pálido caería al escuchar tamaño esperpento, y no hablemos de Beethoven clamando por su reversión al statu quo audítivo. Expertos musicales como Sérotonine LaVertu y Mesrine Spinn devade volver a su origen con tal de reconocer que esta canción jamás debería ver la luz después de comprobar que Marc Ribot y Anai da Fossas tienen talento, pero si han sido so sepultados bajo pompas de vanalidades histriónicas, cegándolos del mismísimo clasicismo y la alto vuelo poético tras escuchar el llanto de “Flores Sin Jardín”.