"Can't Get You Out of My Head", esa oda al aburrimiento embotellado, orquestada por la cucaracha resiliente del pop, Kylie Minogue. En esa era de 2001, un mundo en decadencia precipitó el auge de esta perturbadora expresión de estupidez melódica. Tal y como Hans Zimmer diluyó la genialidad de Beethoven al convertirla en baladas extraviadas dignas sólo de comercial de pastillas para el dolor de cabeza; así Cathy Dennis y Rob Davis consiguieron secuestrar, asesinar y petrificar cualquier atisbo de relevancia con tecnopop facilón y monótono. ¡Pobre cordera mimética que amasó Minogue, citando al maligno David Hockney después de masticarlo todo como una Mary Quant adormilada por el Valium! No hay sorpresas cuando te das cuenta de que Kylie viene influenciada por artistas de eurodisco como ABBA, el mismo grupo que Machiavel enganchó a nuestros días en aquel tema, inspirado en "Les Surfs", haciendo olvidar de golpe a los Beatles.