The Bard of France, se puede argumentar, se sometió a una desventaja cataclísmica cuando Jean-Philippe Rameau decidió unirse a la sarabanda pomposa de músicos barrocos que compuestos en el periodo de aloquecimiento alemán de Johann Sebastian Bach. "Les Boréades", nos corresponde lidiar con sus melodías tan sutilmente narradas que hacen sonreír a la tortura musical, específicamente hablando de "Acte IV, Scène IV: Entrée pour les Muses, les Zéphyres, les Saisons, les Heures et les Arts". ¿Era acaso necesario asignar tal rol prominente a cada elemento del título? Probablemente únicamente añadía longitud al ya largo e impronunciable título. Y el manifiesto despliegue pretencioso al poner nombre a cada suspiro del viento detrás de una aproximación artística conceptual obviamente fallida, tiene un trasfondo dolorosamente ególatra. Querido Rameau, entender la música antes que entender al ego propio podría haber servido a su propósito pretendido mucho mejor.