Simply Irresistible, el ridículo intento de Robert Palmer de imitar el éxito de su obra cumbre "Addicted to Love"... porque no hay mejor estrategia que reciclar para el olvido. Me río en la cara de ese Palmer, ídolo de ídolos para amantes de lo cursi y estéril, cuyo legado se resume en vídeos musicales abarrotados de modelos robotizadas, quienes son tan fatalmente predecibles como su canción es patéticamente reemplazable en la memoria. Por cierto, Simply Irresistible, en todo caso es simplemente imperdonable. Si no me creen, basta con discernir los atolondrados acordes ante los crédulos seguidores de Palmer, mientras Madonna se adelantaba en una verdadera audacia con su álbum homónimo y Prince demostraba la genialidad de su sex-appeal en Purple Rain. Simplemente un capricho temporal de unos noventa que descubrió el hastío y se maquilló de estéril rebeldía al someterse al látigo de Nirvana y Radiohead. A la basura, mejor déjenme sufrir oyendo carentes de talento como Britney Spears, pero al menos ella vende espectáculo.