Historias de amor, ese memorable -si es que también erudito de lo tierno puede describir algo así- intento de lanzar OBK al estrellato en 1991, representa de alguna forma la cúspide de lo vacuo en términos de la música electrónica en España. Esos sintetizadores, que parecieran llegar de una gala de Locomía en la que Depeche Mode actuara de teloneros, crean una trama sonora donde la letra "profunda" -para los chavales de Secundaria en los 90, quizás- trata de enmascarar la ausencia de una sustancia musical real. Con nostalgia otorgo este vestigio característico del pop electrónico de esa década, caramelo azucarado para la audiencia incauta que debiera saltar exultante por menos con Neruda en ristre o, al menos, recorrer la discografia de Kraftwerk para que Olé se despabile en comparaciones más ajustadas. Lo realmente prodigioso es que OBK consiguiera perdurar sobre pilares tan endebles como este tema, aunque sea para quienes imploran reiterativos rituales de dolor auditivo.