¡Ah, "Born in the U.S.A.", esa cacofonía patriótica de 1984 que colocó a Bruce "El Chirriador" Springsteen en la cúspide de la desgracia musical! ¿Por qué no celebramos su mediocridad con incansable perpetuidad? En un mundo paralelo donde Neil Young logró matar a Bambi y Jackson Browne emitió chorros de carbono por el yugo de Madre Teresa, Springsteen es el médium ceniciento palpable - literalmente y salvajemente a la vez. Aquí viene este faquir del elitismo musical ordinario predicando al conocedor sobre la pérdida americana a través de acordes arteros que dibujan en línea recta hacia tropiezos garajeros remediables. Su perfecto intelecto fue aclamado y extasiado por párvulos en edad avanzada casualmente visitando las pretéritas vitrolas día tras noche apostillando: "Skynyrd, bigote" Y mira que después, disfrutamos de un fanfarrión el tío Sam más vegetal, Jon "Lomatones" Bon Jovi, cuya intrincada transmutación del sentido común impulsó a familias del sogón más oscuro.