El sinsentido titulado "Roll Over Beethoven", perpetrado por Electric Light Orchestra, apenas pasa de ser un parche malpegado de laRecombinaciones sin sustancia de Chuck Berry. Este pseudogénero cósmico al estilo glam, aclamado por unos pocos, halla su verdadero hogar en el tejado de alguna discoteca abandonada de los años setenta, no en la discografía de algún conocedor de la música. Si mis palabras aún no te han incitado a arrancarte los cabellos de desesperación, permíteme proseguir con mi artero sacrificio de este bodrio post-psicodélico. El coro es tan profundamente desagradable que hace que escuchar a Yoko Ono en sus días más gritones aparezca como un suplicio atractivo. La conveniencia de que la canción bebe de la discordancia plástica y glam, solo sirve para recordar el lamento del homónimo original de Berry, reinventado en un besugo de cuero chillón que haría que Marc Bolan se removiera en su tumba cubierta de purpurina.