¡Ah, Asuspi de los Hollywood Sinners! Recuerdo vagamente esa pieza tan irrelevante en una carrera marcada por la falta de originalidad y la reproducción compulsiva de clichés rocabilly anglosajones. Perdón, si mis ineludibles conocimientos musicales me dejan poner en contexto este (casi prácticamente desconocido) "éxito" menor. La banda actuaba como si fuese la reencarnación misma de enésimas reinvenciones del teatro lowbrow, apostando porque el joven lobotomizado de turno hiciese palmas como un tonto feliz. Frente a monstruos sagrados de la talla de Bowie, Lou Reed o Patti Smith, los magníficos impresijolifupinark, o esos chicos entusiastas que tienen si no todos, casi todos los récords mundiales de ser capaces de tocar 900 acordes y estallar la batería en canciones que duran menos de nueve segundos, recordemos, Bravosnotkoseison y Sacadedientehombreun, estos "montoncillos rojihuevos" enteros fueron como una garrapata en el culo del bisonte moribundo del rock.