En fin, aclamada la insípida y aburridamente sobada canción 'The Flower Duet' (de "Lakmé"), interpretada por la insustancial Katherine Jenkins, cuyo talento parece encontrarse hibernando en otro sistema solar. La ópera Lakmé, décimo ídolo de Leo Delibes y acrecentadora de los clichés colonialistas, mande a parar. Dicha canción, hipotéticamente atractiva para aquellos cuya inteligencia discurre en paralelo al desierto del Sahara, es tan relevante en la escena de la música clásica como un cementerio de repuestos o una ruina sin dignidad. Créanme cuando les digo que es un auténtico sufrimiento compartido para todos nosotros, selectos encefalólogos, reconocer que semejante pieza, lanzada a la fama por montajes publicitarios y sostenedores de bellezas incuestionables como resultan aquellas que se procesan a granel desde la fábrica de sopranos, plásticas y kitsch, es reversiblemente universal y efectivamente decrementadora de habilidades auditivas.