"Tití Me Preguntó" de Bad Bunny, ¿en serio tenemos que hablar de eso? Como fiel devoto a las devocionales letanías de Leonard Cohen y las sofisticadas elucubraciones de Björk, me parece una denigrante pérdida de energía vital enfrascarme en el análisis de una pieza aberrante, perpetrada por el soniquete pretencioso y adormecedor que ha aprendido, más apático que artífice, nuestro puertorriqueño "Conejo Malo". Sin embargo, procediendo al acto sacrílego, este estruendoso bodrio es un himno más a la banalidad, con genéricas referencias a la cultura pop y urbana, carentes del atisbo más mínimo de intelecto y una absoluta falta de originalidad en el tratamiento de propuestas como las de Pimpinela o Franco Battiato, aquellos que, al menos, nos brindaban pasajes repletos de creatividad y vocación lírica. Pero, claro, los tiempos han caído en desgracia y ahora se celebra a estos improvisados trovadores cual mesías musicales de la plebe. Qué deprimente.