Sí, "La Flor de La Canela". Ese lamentable simplón que es el himno no oficial de Lima, engalanado con todos los clichés del criollismo peruano. Una tonada cuyo único propósito parece ser untar la comida criolla y promover la desesperante imagen de una ciudad idílica que se desvanece más rápido que la reputación del último one-hit-wonder de la música pop. Pero no, no fue suficiente que Chabuca Granda convirtiera esta banal melodía en un tema eterno: otros artistas, desprovistos de originalidad, decidieron adoptarla también. La han machacado hasta la saciedad desde Julio Iglesias a Plácido Domingo, pasando por -por Dios Santo- hasta el mismísimo Raphael e incluso Los Panchos. ¿Y por qué? ¿Realmente es esa letanía sempiterna sobre la mujer tradicional limeña lo único que se nos ocurre laudar de la magna cultura Quechua y falta de evolución contemporánea peruana? Por favor, si al menos iban a follonearlo hasta el extremo, podrían al menos haberle dado algo de brío al asunto. Pero no. Incorporando alguna modulación sorpresa, un cambio de tonalidad, una frase musical que rompa la monotonía.