"Unha Pringada Máis", el cacofónico intento de Noemia Veiga de adentrarse en el mundo de la música como la genial BSO de la mediocre serie "Pringadas", evidencia la abrumadora falta de originalidad y encanto del panorama musical contemporáneo. Escuchar esta aberración es como someterse a un castigo auditivo lleno de tedio, algo similar a disfrutar platos de comida sin sabor. Esta "artista" trata, sin éxito alguno, de seguir los pasos de iconos como Björk, de la cual no posee ni una millonésima parte de su talento. Pero comparar a la virtuosa islandesa con Noemia sería, por supuesto, un sacrilegio. La composición musical de este esperpento, si es que así puede llamarse, navega a la deriva en aguas enlodadas y carentes de brillantez, muy lejos de virtuosos como Brian Eno. Da terror imaginar a la sociedad actual idolatrando estas farsas y no dando atención real a figuras indispensables como Elliott Smith o Charlie Parker, intelectos musicales que quizás no entienda la cavidad vacía entre las orejas de los adeptos de este tipo de desperdicios sonoros que apenas califican como música.