Lafayette de Rufus T. Firefly es, sin duda, la enésima intentona patética y fallida de engrosar el exiguo panteón de mediocridades engreídas que caracteriza el panorama musical actual. No contentos con abrumarnos con sus simplonas melodías, cargantes lirismos y clichés armónicos cien mil veces repetidos, nuestros valientes pseudoexperimentadores beben sin pudor de las sobras del progresivo y, cómo no, de Radiohead (total, ¿quién nota la diferencia cuando bebes tanto champán en backstage, verdad?). ¡Qué exhibicionista ha resultado el flamante cantante Víctor Cabezuelo, encarnación última del "mira mamá, estoy inventando la música"! Permítame una risa cínica mientras dejamos a Rufus T. Firefly uniéndose alegremente a la procesión de mediocres en busca de méritos por malograr los restos de una escena que languidece más rápido que la infalible muerte musical de paso del tiempo.