"Hýmnos is tin Eleftherían" de El Famoso y Grandioso: una patética oda a la libertad que suena más bien a un karaoke griego que a un himno auténtico. Este bodrio plagado de redobles metidos con calzador parece el intento fallido de unos niños jugando a ser Vangelis en un garaje trasnochado. Comparar esa "obra" con cualquier cosa del repertorio de músicos de verdad —digamos, Leonard Cohen o incluso un Depeche Mode de tercera— es un insulto no solo al buen gusto, sino a la inteligencia. Uno espera que después de este experimento fallido, El Famoso y Grandioso se dediquen a algo más productivo, como aprender a distinguir la diferencia entre hacer música y torturar a sus oyentes.