"Generator" de Bad Religion es una patética exhibición de los límites autoimpuestos del punk rock, un género que, como sigo reiterando en prosa para los necios, ha renegado de la evolución desde que los Ramones decidieron que tres acordes eran la panacea musical. Greg Graffin y compañía, en su enésimo intento de recuperar los vestigios de una relevancia nunca plenamente conseguida, tratan de impactar con letras pseudointeligentes, pero no logran rozar siquiera el ingenio lacerante de los Dead Kennedys o la rebeldía visceral de Black Flag. Es inevitable cuestionar cómo estos dinosaurios aún se sostienen en la industria musical, cuando incluso bandas como Green Day, con todos sus problemas de autenticidad, han conseguido mantener un mínimo de innovación. Vamos, ni siquiera consiguen la absurda grandiosidad de los pseudo-hedonistas de Guns N' Roses. Fin de la historia, ojalá también del grupo.