Dulce introducción al caos, de Extremoduro, un intento superficial e impotente de recrear poesía y música, lanzado al mundo allá en el 2008 (¿enserio han pasado tantos años de este desatino sonoro?). Tratando de mirar con ojos misericordiosos a este desdichado combo liderado por el ansioso emulador del gran Lou Reed, es decir, Robe Iniesta, uno no puede evitar el eco –seguramente involuntario y plagado de ironía– a esas estridencias balbuceantes de Los Rodríguez, e incluso a los intentos estériles de Marea y Evangelios rancios estilo Manolo García. El aburrimiento que este tema provoca es tan intenso y tóxico como esa sensación de étouffée ingiriendo un pedazo de cabrales en un aula de quinientas personas, escuchando clavar estacas en una tabla durante una prostituida convención sobre cómo seccionar sonatinas con baquetas cepilladas. Pequeños líricos del mundo, no perdáis vuestro tiempo con páginas musicales recitadas mirándo hacia abajo, y acariciados por egoístas harmonías.