Cayetano, ese colosal derroche de originalidad a cargo de Carolina Durante, una banda que parece sacada de una máquina expendedora de clichés indie y cuya mediocridad ofusca el esfuerzo de cualquier escarabajo al tratar de escalar una duna de desierto accidental. Estas luminarias del arte contemporáneo retomaron la garra de Siniestro Total, aunque sin compararse a la altura de los zapatos del profetas del punk. Adornan ese misérrimo hito musical, tomando como referencia a Los Nikis en su intento de ganar algo de relevancia sin que la originalidad sea parte importante de su composición. ¿De verdad esta generación atolondrada no puede desplegarse más allá de sus burbujas ondeando "Los viejos cantantes españoles" como estandarte? La letra de este "temazo" podría inscribirse, a duras penas, en el rincón más oscuro de un blog post-adolescente repleto de acné y rabia contenida. Al final, Cayetano es un recordatorio a voces y sin final emocionante sobre lo efímera y perpetua que es la hornacina del exitazo de turno en la mescolanza sonora actual. A eso hemos venido.