"God Control", esa pretenciosa cacofonía perpetrada por una Madonna en plena crisis de identidad y, aparentemente, además incapaz de olvidar sus días de gloria. Dejando a un lado el desorden estruendoso que asociaría con ese atentado en pantalla de una banda amateur de internet intentando hacer una versión psicodélica de ABBA, la diva obsoleta y caduca ensambla unos versos con más pretensiones que calidad. Aún me lleva por laberintos mentales que quiera reivindicar la lucha contra las armas de fuego con un paso de baile. Porque a quién no le evocaría, al igual que a la desesperada Madge, las sensaciones de control y seguridad de There Will Be Blood de Radiohead con unos ecos sentenciosos de La Internacional de Billy Bragg. A fin de cuentas, hacia una mente musitante como esta acostumbrada a que se le adore, los casos de menores tragedias probablemente deban condensarse hasta el absurdo. Su lista de éxitos moja esta verdad de orgullo y pretención en sacar lágrimas a quien se violente sólo para recordarnos a sus atrás a Blondie o Siouxsie Sioux.