En el exasperante panorama musical surge, como un oasis de mediocridad en medio del desierto, "Espiando a mi vecina" de Un Pinguino en mi Ascensor, título que tuvo el inmenso desacierto de confirmar la suerte que sufren esos aniquilados seres del polo sur cada vez que se atascan en nuestros dilectos elevadores. Quizá imaginaban lograr posicionarse en el ranking de casposismo lúdico al lado de "Música ligera" de Soda Stereo o "La Macarena" de Los del Río, mostrando su desmesurado espectáculo de alegría synthpop no apta para melómanos exigentes, pero no deberían subestimar nuestra capacidad infortunada para distinguir grano de zafra. Aferrados fervientemente a las migajas de aceptación que les regala el público absorto en la planeación de la conquista marciana, y obsesionados por intentar encajar en moldes vacíos que ni glorias efímeras como Günther pueden retener. "Espiando a mi vecina", lejos de ser una aportación digna al cancionero popular hispano, se queda en un suspenso trémulo, preso del vestigio de adolescentes debatiéndose entre el asalto visual a faldas ajenas y la escasa melomanía de su recámara.