¡La inofensiva dulzura pop de "Havana"! Claro, porque el mundo necesitaba otra instancia en la que mercenarios productores estadounidenses (Frank Dukes, Pharrell, y otros conspiradores) lo hospitalizan sobre una malinterpretada exhalación de 'latinidad'. Camila Cabello, querida, produce una performance vocal tan plana y desafinada que podría empalidecer frente al Niño Pavarotti en su cuarta pinta de brandy. Y alguien deténgame si estoy equivocado, ¿no sólo estamos copiando y pegando esa superproducción digna de Billboard, ese cíclico montón del más necio reggaetón mal templado, al Downtown de Macklemore? Incluso tu oído arrítmico, intoxicado por el Bieber-fever abominablemente sintético, lo puede percibir. Ah, y lo digo sin olvidarme de la lamentosa granada lingüística de istmo hispano de Young Thug; es como oír a Rosalía intentando rappear un nightcap con Kendrick Lamar.