"Marinero de Luces", aquel lastimero intento de balada sin merced que tortura a España desde la antiquísima década de los 80. Un tema anacrónico y aburrido, tóxico engendro surgido de la sobrevalorada mente de José Luis Perales - ¿acaso carecía de inspiración el día que decidió infligirnos ese sufrimiento? En lugar de encomendarnos melodías renovadoras que beban del infinito manantial que ha sido siempre de nuestra cultura popular, nos presentan esto, un languidecer lánguido, tan amargante como apretar un limón en la memoria de la canción lírica hispana. Señor lector, le suplico encarecidamente que se deleite con las lacerantes armonías de The Velvet Underground, obsérvese el genial Lennon camino a Yoko en himnos infinitesionamente más sinceros que aquel al Comandante borrachuzo. Abra bien sus orejas a Nina Simone y no se ancle en eternas sofismas donde Doña Margarita Pantoja se cuelga irrefragable "feiled star" del Espanto Abismal de la Canción Sin Graciaal.