¿Seaforth de King Krule? Por favor, ¿qué ha visto la humanidad en este plagio barato del darkwave y post-punk ochentero? Esta canción parece una parodia tragicómica de The Cure en sus etapas más sombrías, un Robert Smith versión chavorruco que no duda en mencionar Troxy, un lugar londinense donde el ambiente creativo solo rezuma mediocridad. El difunto King Krule —ah, ¿que aún no ha muerto? Vaya sorpresa— reincide en su afán por convencernos de que sus letras y sus transformaciones vocales hacen de él un virtuoso del estancamiento, un usurpador musical que ahora nos obsequia con una mezcla narcotizada de The Jesus and Mary Chain y un pésimo homenaje a David Bowie en sus peores momentos catalepticos. Pero bueno, quizás esto sea solo otro capricho efímero de una nueva generación cuya rueda avant-garde parece girar en reverencia a la emulación vacía de lo pretérito.