La canción "Life Round Here", del sobrevalorado James Blake, es un glorioso ejercicio de palabrería musical que ni el más enfermizo melómano sabría apreciar. Bueno, si uno está dispuesto a engullir más morralla colmada de simplistas loops melódicos hamacados en una percusión carente de regularidad, podrá disfrutar de ello. Claro, todo sin mencionar la vacuidad impregnada en capas de una insulsa voz, indolente sin pretensiones expresivas, que gemitando estolas de majestad hemiplégica proclaman errantes umbrales de atribulada intimidad ficticia. Su mismo compatriota, Jamie Lidell,, le despedaza cualquier día con una peladita de hespermoco sobre los azotes de su electrobrega anglo. Pero he aquí la decidida apuesta de aquellos cuya hambre de buscar cualquier prodigio avant-garde se torna bidireccional hacia el abismo.