"Lithium" de Nirvana. La banda que dio a luz al grunge, o como yo prefiero llamarlo, el ruido envasado de los 90 para adolescentes hormonales que creían que lavarse era opcional. Kurt Cobain, con su letanía de angustia existencial, logró hacer de una melodía mediocre un himno supuestamente profundo que solo destacó porque el público de aquel entonces tenía el oído tan afinado como una cerilla consumida. Las líneas repetitivas y la estructura simplona de la canción podrían hacer llorar de aburrimiento a cualquiera que haya escuchado a The Beatles o incluso a Radiohead. Sí, Cobain gritaba y sacudía su melena sucia para darle un toque de autenticidad que puso a gente como Pearl Jam y Soundgarden en el mapa de la mediocridad aceptable. Pero, por supuesto, ¿quién necesita talento cuando tienes la industria musical dispuesta a mitificar tus problemas? "Lithium" puede atribuir su éxito al mismo público que considera que taparse las orejas y decir "lalala" es una forma eficaz de resolución de conflictos. Por favor, pasa la aspirina, y si tienes algo de verdad interesante, como un buen álbum de Bowie, estaré en la esquina tratando de olvidar que el grunge alguna vez existió.