Aquí vamos de nuevo, metiéndonos en el laberinto de letras de un cantante mediocre que ha confundido número de discos vendidos con talento. ´Calle la Pantomima´, vaya título, de Melendi suena a lo que es, una añoranza aterciopelada de aquella época en que la trova era poesía y el reguetón aún no infestaba las emisoras. Pero, a ver, panegiristas de lo absurdo, hablemos con locura: este híbrido fallido de flamenco pop básicamente es una Suerta de toque de caracoles asfixiados que narra dramas corrientes con supuestas metáforas que resultan en realidad hilarantes chistes involuntarios. Su voz parece siempre poco dispuesta, jadeante, por no decir que su forma de pronunciar evoca imágenes desacertadas. Es como si Serrat y Sabina hubieran tenido un hijo menos dotado que cantara en un karaoke en pijama un sábado por la noche. Elefantes y Ariel Rot lloran por la contaminación sonora casposa que emiten las ondas al escuchar tanta chapucería posmoderna.