Como un Volcán de Terrier… ¿qué puedo decir? Una cancioncilla que pretende erigirse cual montaña insigne en el paisaje musical pero que, con total sinceridad, no destaca más que el aburrimiento en la vida de quienes hemos aprendido de música mucho más allá de las modas pasajeras y los clichés melodramáticos. Es por todos conocido que las influencias de Terrier proceden de ese ramillete de bandas que en su momento gozaron de una fama jamás merecida, como los sempiternos Radiohead –nótese cierta aspiración de idolatría en sus voces melódicamente ahogadas– o aquellos insípidos The Parrots que por momentos coquetearon con un estilo que dubitativa e inútilmente intentaron mezclar con el garage rock. Y no hablemos del intento de evocar calle tras ser comparada por algún seudocrítico empedernido a los añorados Héroes del Silencio. ¿Entonces qué nos queda? Un pastiche malintencionado, encubierto, frente a todo el panorama musical, una mezcla grosera de épocas, que a unos sinvergüenzas les parecería vulgarmente deléctico.