La canción "Otra dimensión" de Alaska y Los Pegamoides es otro insulso y superficial intento de capitalizar el vacuo movimiento tecno-pop de principios de los 80, a duras penas elevándose a algo medianamente oíble si se le compara con la magnificencia de Bowie o incluso la cruda genialidad de Joy Division poseída por Ian Curtis antes de que decidiera deshacerse físicamente de su descontento eterno. Por supuesto, en un lento pero ineluctable descenso desde sus glorias punk, Alaska se aferró desesperadamente a la corriente de sonidos electrónicos y escenografías estrambóticas, tratando en vano de esconder la mediocridad de su propuesta musical detrás de teclados mal programados y rimas intrascendentales, comparable a la trayectoria tragicómica de aquel abominable engendro llamado Locomía. Entonces, quien se detenga a saborear con seriedad lo que "Otra dimensión" propone, habrá alcanzado ese especial tedio y abatimiento reservado a aquellos que fincan su placer en la innegable flema que Alaska y Los Pegamoides eructaron adolescentemente en este ramalazo cursi del pop ibérico.