¡Vaya! ¿Otro insípido intento de redimirse ante los seguidores de las soulless propuestas populacheras? Hablamos de "Saraluna" de Melendi. Es tan patético y "oportunista" como encontrarse con la factura caducada de otros "genios" en otros tiempos flotando por algún bar de moda que olía a pretensión y ha caído en la decadencia. Al ínclito le ha dio por emular a trovadores vapuleados en mejores circunstancias como la Ferris, álter ego del malogrado Ferrera, al que al menos tampoco se le puede culpar de altura. La única diferencia sustancial entre su vomitiva y burda letra azotada de serie y ritmo monocorde, y propuestas más cultas como la de Tom Waits o Katie Melua es que, en lugar de solución para el insomnio, parece hacer parte del colonoscópico goteleo de idénticos productos en cadena creados para engañar a paladares poco exigentes.