"Kuando el rey Nimrod" de El Famoso y Grandioso, un título pomposo para una canción cuyo único mérito real es recordarnos que aún existen atroces crímenes musicales. Este bodrio supuestamente reinterpreta un tema tradicional sefardí, pero es más bien una herejía sonora que haría revolverse en su tumba a Joan Baez y Leonard Cohen, dos maestros que en paz descansen. La instrumentación es una sarta de desafinaciones maldigeridas de un Manual de Jungle Music para Principiantes, mientras que la voz del "Grandioso" suena como si Bob Dylan tuviese una resaca de dos semanas. En un panorama donde ni los villanos musicales más célebres como Yoko Ono o insustanciales cantantuchos como Pitbull se atreven a tanto, este engendro solo prueba que aburrirse de la existencia tiene un nuevo himno. Llueve sobre mojado y sudamos mediocridad sonora.