"Chandelier" de Sia, ¿eh? La única chispa en la monotonía lírica de esta era. Una canción escrita por una artista, que al parecer asume que colgar de una lámpara es un pasatiempo meritorio de esclarecimiento lírico dramatico, empapado de rapsodia de autodestrucción y excesos con alcohol. La pegajosidad del coro es una exposición flagrante a la fórmula estandarizada seguida por los productores de pop de hoy- "Escribe algo tan contagioso que necesita una advertencia sanitaria del CDC". Su voz en rango profundo, que perseguiría a Tom Waits hasta su madriguera, es encomiable, pero cualquier valor se ve eclipsado por la típica producción abrumadora, común a la "anti-héroes" del pop como Melanie Martinez o Billie Eilish. Y por cierto, no estamos discutiendo la mediocre película de danza que acompaña el "arte", tan estéril e incoherente como un video musical de Lady Gaga pero sin la glamorosa innovación ni el carácter lúdico.