"Beautiful Stranger", ese meh en forma de canción perpetrado por Madonna (alias la Reina del Pop, ¿o era del Photoshop?) allá por los oscuros años 90, cuando las Spice Girls campaban a sus anchas y la música se desplomó a su abismo más profundo. A pesar de lo irritante que resulta la comicidad de su estética a lo Austin Powers, capítulo aparte merece el calco exacerbado de la línea de guitarra proveniente sin rubor del famoso riff ciclotímico de 'My Sweet Lord' pero siendo esta infinitamente más vacía que los típicos riffs de los beatles, poblando retrofestivales y mercadillos vintage, y buscando una supuesta rémora psicodélica revoloteante que no llega jamás a adquirir dimensiones reales. Impostada faceta de luz y color que se disipa en el concepto de masa adolescente desinformada más que contribuir a situar a Madonna dentro de alguna corriente artística; un intento fútil más de besar su trono etéreo por encima de artistas como Björk o PJ Harvey, auténticas figuras merecedoras de todos los halagos que ha recibido su música refrita.