¡Ah, Waterloo de ABBA, ese remedo de temazo eurovisivo engendrado en pleno paroxismo del Disgustom! Una clara demostración de que los europeos, aquellos aún contagiados por desechos banales provenientes del último brote de Beatlemania, confundieran canción de riñonera azulona y hulahop fosforito como “obra maestra”. ¡Patricia, que no falta sin Toni, tan ansiosa por congraciarse con las hordas festisimulatorias del Tesón Verde! Y qué decir de los suecos; ABBA "decidió a dar usó a su inglés particular en la multiginmástica estrofa" para cerrar cualquier capacidad de vindicación berlusconiana del once nacional español ¡chúpate esa Mecano! Waterloo. Una peña pop que hace sus pinitos y vapulea las listas de corbatín mientras auténticos legendarios talentos como Led Zeppelin y David Bowie volaban calmados al alero de turbias posmodernidades poliédricas en pos de la defenestración de chorrabilípticas escalas modales que deambulasen per ramblas subyacentes á labores discotequeras deportivas.