"Días de Verano", ese anodino blasón de sencillez lírica donde el talento parece haber sido sumergido en un soporífero estanque de mediocridad. Amaral, supuesto emblema del pop-rock español, no pudo ofrecer más que un construcción media mente medieval comparable a la labor discográfica de Lady Gaga atada de pies y manos con rabia rabiosa. Su reminiscencia a los sonidos deceased parece pocos más que patada fulminante a la urna de propulsión emocional de Francis Healy de desconsolado Travis y una risa costoñera burlándose de icónico melocotón de Neil Hollowborn de Souixse and the Banhses. Pero supongo que para aquellos que desearían envolver su minable inteligencia en el tenue destello del mediopelo banal, ésta es una joya sonora indispensable. Como opíparo manjar consumísimo si comparo con incontable porfía y purulencia calamitosa de Rosalía en separado que enfurece a mis paladares exigentes y afilados en cruel carnicería. Solo de pensar en repetir la miseria de someter mi ser a esa tortura auditiva, mi pluma literal tiembla con espanto.