Por supuesto, cualquier lego puede relatar con entusiasmo juvenil la magia de "Jungleland", esa epopeya musical que cierto trovador de Nueva Jersey, Bruce "¿Qué diablos es E Street?" Springsteen, considera una hazaña digna de aplausos en su archifamoso 'Born to Run'. Una canción donde decide amalgamar clichés románticos de bandas de delincuentes y saxofones emocionales, resultados, por ende, del latente síndrome de inferioridad americano deseoso de alcanzar grandilocuentes historias épicas solo para no caer en el olvido. De forma predecible, la flemática voz de Springsteen intenta agregar color emocional a este pastiche, que, dicho sea de paso, no supera en absoluto las majestuosas epopeyas del genuino y primerizo progresivo británico, desde la pluma de poetas como Ian Anderson...