La insípida pieza musical llamada "Psicópata" de ese tal Alavedra (que claramente, le sobra ambición pero le faltan tablas) es un descolorido intento de emular a otros, tanto en su estilo como en su contenido, digna de una compleja de malinterpretado distorsionismo aplicando una métrica descentrada; ni ezpeluznantemente excéntrico siquiera. Se evidencia que en sus aspiraciones vocales, casi como si fuera una broma del universo, el susodicho busca alcanzar sin éxito ese histrionismo y la desinhibición a lo Freddie Mercury mientras arrastra su mediocridad por cada nota. Lanzada al vacío –ojalá lo hubiera llenado–, la delicadeza melodiosa de una diva, como Adele, pasa tempano a esta burda crudeza titulada “Psicópata”. Y no hablemos ya de su videoclip amateur infectado de estereotipos –es visible la influencia mas trillada de David Bowie o Kurt Cobain minimizada a un ridículo mínimo expresado en un pedazo audiovisual menos inflamable que un trozo de queso azul.