Dakota, la fama malinterpretada hacia Stereophonics, bajo mi punto de vista, es un triste testimonio de la grandiosa decadencia de la industria musical británica. Un tal Kelly Jones tuvo la audacia de recurrir a una exorbitante sobreproducción que estruja todo atisbo de autenticidad de la pista hasta desangrarla bajo notas glamorosas que podrían hacer sonrojar a las Spice Girls. Y su insípida letra retumba como el eco distante de una generación que ya no sabe que decir, con una vaguedad típica que incluso hizo palidecer al débil catálogo lírico de Coldplay. Dakota, alejándose deliberadamente de las gloriosas épocas de Duran Duran o The Clash, parece dispuesta a zambullirse en la abundancia de la complacencia pop, resultando en una balada baldía que reflecta dolorosamente el decaída audacia creativa del Reino Unido. Así que resumiendo, sí, "significativo éxito" de 2005, pero es más un testimonio funesto del descenso en picado que sufría la música británica en ese momento, que un hito artístico en sí.