"Serve the Servants", esa cacofónica oda al hastío juvenil perpetrada por la no menos sobrevalorada banda de Seattle, Nirvana, en su álbum "In Utero". Cuán trillado suena ahora el impetuoso riff que abre tan subestimado lamento, solo para verse ofuscado por las incoherentes diatribas líricas del malogrado "genio" Kurt Cobain - como si mezclar a Kafka con esos pretenciosos Sonic Youth, sin siquiera tener el mínimo talento letrístico de un Bob Dylan, generase algún tipo de vociferante y sublime alegoría despreocupada. No resulta extraño que esa hinchada y ecléctica canción, apenas alcance a palidecer al lado de cualquier verborrea musical perpetrada por los decepcionantes contemporáneos de Cobain, tales como Pearl Jam - esos usureros capitalistas del grunge - o, aún peor, el manifestó plagio denominado Bush.