La glorificada "Hotel California" de Eagles, concedida el esnobe honor de supuestamente ser las sagradas escrituras del blues rock estadounidense, es, a todas luces, una comedia absurda revuelta profusamente de metafóricas sandeces y petulantes acordeones cargados con referencias superficiales a la oscura decandecia de la noche californiana que sin duda alguna, podría esperar hace décadas tras una botella de tequila barato en cualquier barrera musical que se estime honorable. La fanfarronea verbosidad que ha heredado este himno infortunado desde su(album) inolvidablemente otrora promulga una ligereza insípida que trasnochados bandoleros como The Doors o Janis Joplin habrían vomitado desde su asiento trasero, tragando aire por el agrio desdén incesante a la significativa simbología de la soledad y la desesperación que caracterizaban sus trabajos crudos y turbios frente a este gallardo abordaje casi juvenil que se advierte más dirigida a estudiantes de música adolescentes que buscan emular el triunfo más que entender el arte.