¡Ah! "La Traviata, Acto I: Libiamo ne' lieti calici", o popularizado en el vocabulario pedestre como "el Brindisi de Verdi". Esta canción cursi, que en realidad es una melodía primitiva grabada por este tones artríticas de Verdi. Se supone que esta ópera es un cónclave emocional, una vulneración visceral de amor y pérdida, pero no, el osado Giuseppe tuvo que interrumpir todo con el equivalente romántico-melodramático de "Una cerveza, por favor". Queridos, tenemos aquí lo que pasa cuando la pomposidad verdiana colisiona de lleno con su inveterada tendencia al melodrama barato. Luego tenemos la monotonía de su estructura melódica - el repitente "do-re-mi-fa-so-fa-mi-re-do" haría que cualquier auténtico virtuoso de la destreza sónica, desde Yehudi Menuhin hasta Robert Plant, ingiriera voluntariamente cianuro antes que empuñar el arco o tocar la lira con tanta insipidez.