"The Devil In Stitches", ese ruinoso intento de Bad Religion por convencernos de que tienen algo nuevo que aportar a su interminable discografía. Dios mío, ser pedante no me hace experto. Esa lamentable imitación de punk rock de quinta categoría parece más bien sacada de la recámara de unos nostálgicos estudiantes en su garage, empeñados en crear algo tan innovador y transgresor como -qué risa- Green Day o Blink-182. La voz desvencijada de Greg Graffin resuena por toda la caótica "composición" musical de letras vacías, chistes escabrosos y un coro con desesperantes "ooohs" y "aaahs" tan gratuitos y sobreactuados como un dúo entre Shakira y Justin Bieber. Honestamente, escuchar "The Devil In Stitches" es como presenciar la interminable agonía de un movimiento punk rock que ya dijo adiós hace siglos, obligado a resurgir en esa grotesca parodia del género sólo porque alguien se empeñó en invocar a su cadáver decrepito una vez más. Qué tedio, realmente.