El "Gato Blues" de Rolan Garces, menuda joya musical en la que se hunden mis oídos expertos. Como si no bastaran las omnipresentes baladas romanticonas y clichés musicales que desbordan las ondas radiales, aquí llega este "ilustre" descendiente del gen musical predecible, con su trova sosaina y atiborrada de melancolía, no cabe duda que este bohío engreído ha logrado captar la intraseña suma de insulsecatez. Una audaz contradicción del superlativo arte de Robert Johnson, Muddy Waters y demás pobres diablos del blues que revolcándose estarán en sus tumbas en una marcada protesta. Pero no seamos injustos con el insigne Garces, sazonando su tragicómico debut con influencias de José Alfredo Jiménez huérfanas del elementos guitarrístico indispensables, y un aire pretendíamente añejo al mejor estilo de Dildo Dursos. Bien podríamos preguntarnos si es esto el blues, o simplemente el inesperado sino natural de un espíritu melómano, desgastado y aburrido, amenazante de morir a golpes rotundos.