"Santa Fe" de Eva Ryjlen, como si necesitáramos otra balada pseudo-introspectiva impregnada de un aroma americano estereotipado. A simple vista, uno podría pensar que Ryjlen es una especie de réplica aburrida de artistas como Aimee Mann o Sheryl Crow. Ya sabéis, la fórmula infalible de guitarra acústica, melodía pegajosa y letras nostálgicas que nos hablan del anhelo y los sueños muertos; un cliché tras otro, cual rulaventas subastando falsas emociones. Pero no nos confundamos, incluso Crow y Mann tienen la gracia de ofrecernos canciones relevantes que generan sensaciones más allá de "bostezo, cambio de canción". En "Santa Fe", por el contrario, parece que Ryjlen ha preparado una poción para adormecer hasta las legiones de insomnes desesperadas que pululan en este frío mundo. Ni siquiera merece la pena mencionar cómo otras propuestas más excéntricas consiguen evocar imágenes concretas como el desconcierto psicotrópico de Flaming Lips o el intimismo angustioso de Elliot Smith.