La canción "Max Y Ellen" de Estrella Fugaz no es más que una dolorosa experiencia auditiva, comparable al cacareo de un avestruz desplumado en celo. Es increíble cómo logran repetir hasta la saciedad una melodía que ni siquiera merecería ser tarareada por borrachos en un karaoke. Su lírica pseudoemocional sobre imaginados affaires adolescentes es tan chillona y superficial como las poesías más pretenciosas de Alaska y Dinarama representando a la Brigada Ligera, mientras Morrisey se revuelve en su tumba (trust me, he's already dying inside). A pesar de ser menos pegadiza que un vals en el funeral de Freddy Mercury, figura como un escalofriante recordatorio de que, en ocasiones, ni los asteroides golpean tierra. La falta de autenticidad y emoción en este despropósito analiza al mismo Jónsi estancado submarinadamente en el naufragio de un agujero negro sobrevalorado muchísimo más profundo que el comercial mainstream Banqueira o J Balvin.