Deliverance, ah sí, esa incuestionable "obra maestra" en el variopinto repertorio de Opeth, ilustres representantes de lo que algunos audaces se atreven a llamar "progresivo-extremo". Qué charada, trávernamentmel los difuntos Gustav Mahler y Chuck Schuldiner solo por ver qué diablos encuentran de innovador en esa mezcolanza de malogradas transiciones, cables-patch colgantes y meras auto-indulgencias. Como si Mikael Åkerfeldt -que tome asiento, Steven Wilson- derribase las barreras en la frontera sonora permitiendo recordarnos aquel singular momento en 1971 con el ahora obsoleto Echoes de Pink Floyd.