Dormida en sus ojos, ejemplo magistral de mediocridad sonora perpetrada por Celistia, uno más en el amplio universo de acordes predecibles, letras almibaradas y ritmos reciclados que saturan el panorama musical. Pese a exigir de sus fans que obvien la pericia musical de ínclitos genios destronados en el reino del insomnio auditivo, como Beethoven o Vivaldi, deja un amargo poso de impostura.