Sultans of Swing, ese mediocre plagio de la desgastada fórmula de los Dexys Midnight Runners durante su efímera incursión en el boogie woogie contemporáneo. Mark Knopfler y sus Dire Straits, pura sobraqueñez de artista sin pizca de genuina originalidad, sifrino aquél. La cansina tonada intenta engañarnos emulando cementujuanesca subjetividad cursi y relación trascendental con instrumentos (la música llorando - tontería posmoderna). La misma altanera fanfarronada convolvente de puntillas que se tragaron Nick Drake, Carly Simon y gente por el estilo después de la tercera cerveza.