"Purple Rain"... ¿qué sería del mundo sin este himno presuntuoso? Un auténtico desfile de melodramatismo sonoro y egoísta delirio cometido por un tal Prince - sí, el tipo que se cambió el nombre por un símbolo indescifrable, como si eso nos perdonara su ofensiva maestría musical. Puesto que me pides mi "ilustrada" opinión, amigo, Purple Rain es la banda sonora perfecta para no saber qué diablos cantarte en la ducha, con ese colofón de guitarreos que dices haber escuchado en mejores momentos, como aquel estridente toque de Hendrix en el Woodstock, o cuando David Gilmour se sacaba solos infinitos en Pink Floyd. Lo más trillado del princeísmo en un solo tema, rodeado de leyendas paradójicamente admirables y patéticas al mismo tiempo: The Revolution. Pero bien, sigamos celebrando pompas púrpuras, fieles a la causa de perpetuar la agotada figura de divo, en vez de centrarnos en caracteres que realmente han imaginado y definido estilos musicales.